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EL CONGRESO ECONOMICO 

DR. LUIS ALBERTO sÁnchez sÁnchez

Presidente titular de la Comisión Principal de Constitución

(Congreso Constituyente  1978- 1979)

Debo hablar en esta oportunidad realmente en una posición difícil. Como Presidente titular de la Comisión Principal de Constitución, he tomado parte directa y activa en la aprobación del proyecto que está en Mesa, y al mismo tiempo, inevitablemente, como miembro del Partido Aprista Peruano.

Ninguno de nosotros puede renunciar a su filiación partidaria ni al reclamo de la voz de su partido, aun cuando ejerza funciones que no son partidarias dentro de la Asamblea. Ese es mi caso y pido disculpas por tanto a la Asamblea, por lo que diga en mi posición de Presidente de la Comisión.

En primer termino, quiero recordar, y creo que esto es absolutamente necesario, que por las declaraciones que se han venido formulando, éste es un proyecto de consenso, y que en el preludio de él, hemos dejado constancia sobre nuestra firma – los firmantes – de que no retrata exactamente nuestros puntos de vista, partidarios ni personales, y que nos reservábamos en los casos necesarios el derecho, no sólo de discrepar sino de oponernos rotundamente a cosas que aparecen con nuestra firma por una cesión de consenso y necesidad de premura. Esto es absolutamente necesario para deslindar que ese proyecto aun cuando lleva la firma nuestra, está entre aquellos sobre los cuales hemos establecido reserva absoluta; no estamos contentos con ese texto; hemos accedido a él, simple y llanamente para llegar con una formula mas o menos concreta aquí al hemiciclo, y en el plenario deslindar las cosas, desglosar todo lo que haya de innecesario y accesorio, y presentar un proyecto mucho más claro. Con esa advertencia,  creo que respondo a algunas de las aseveraciones del señor Ruiz-Eldredge sobre el “agua de malvas”; sí, agua de malvas; pero no somos los fabricantes de las malvas, ni tampoco somos los de la surgente del agua.

Por otro lado, es indispensable recordar cómo se aprobó esto en la Comisión Principal; no todos los miembros del plenario lo conocen. En primer lugar se votó el Titulo; y solo cuando estuvo aprobado el Titulo de Congreso Económico Nacional por mayoría, es que se discutió el texto. ¿Y por qué el Título? Por las razones que ha expresado mi compañero Carlos Manuel Cox en gran parte, razones de paternidad; no podemos renunciar a los hijos de nuestra carne y de nuestro espíritu, porque seríamos malos padres y desnaturalizados; allí está el hijo, y por tanto lleva nuestro nombre. (Aplausos).

En segundo lugar, porque la palabra “Congreso, a pesar de todo lo que se ha dicho, no tiene la connotación que se le da, como tampoco la tiene la de “Consejo”; si se trata de escoger, entre una palabra que tenga una carga resolutiva la que se cree que es “Congreso”, y una que no la tenga, que es el “Consejo”, quiero recordar que el Concejo Provincial de Lima, no es deliberante es resolutivo; el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, es resolutivo; el Consejo de la OTAN, es resolutivo, el Consejo de la OEA, es resolutivo; hay una serie de Consejos que son resolutivos. De manera que la palabra “Consejo”, no es un preservativo contra la acción; al contrario, a veces es justamente conductor de la acción. Por tanto, no deberíamos oponernos a la palabra “Consejo”, si la tomamos en su diversa aplicación semántica. Pero ya vemos que lo que se quiere decir con Consejo es que no haga nada sino que escuche y opine, y luego, cartucheras al cañón; y esto no es la índole de todos los Consejos. Pero si seria la índole de este Consejo, y a eso sí nos oponemos.

De otro lado, la palabra “Congreso”, tampoco tiene la carga resolutiva que se le atribuye, porque Congreso no es solamente el que legisla  y el que resuelve; Congreso es por esencia – ¡Dios mío!, la etimología –, Congreso es congregación. Por eso el partido más importante de la India, el Partido del Congreso, no es partidario del Parlamento hindú sino  de que todas las sectas y castas de la India, sin exceptuar ninguna, estén en actitud de reunirse en un haz, en una unidad que,  precisamente por congregarlas a todas, se llama Congreso. Y esto es de lo que se trata acá: un Congreso de las fuerzas económicas productivas, porque es eso, congregación de ellas que siempre están aisladas, que nunca están juntas, y que por consiguiente al congregarse, o forman una congregación o forman un Congreso. (Aplausos). Hizo muy bien por eso el representante, me parece el señor Paredes, cuando hace unos cuantos días, ayer o anteayer, habló de Congreso Legislativo; era muy propio. Un Congreso Financiero, es distinto a un Congreso Legislativo y a un Congreso Económico, como a un Congreso futbolístico y al Congreso de las organizaciones industriales de los Estados Unidos. El CIO – no la CIA, sino el CIO – de extrema izquierda dentro del lenguaje obrero norteamericano – The Congress of International Organizations – que largo tiempo capitaneó John Louis y después su hija Katherine Louis, que fueron los más activos y extremistas líderes del movimiento obrero de los Estados Unidos, se llama Congreso; y naturalmente tiene sus funciones como tal, porque congrega a las organizaciones industriales, en oposición a la American Federation of Labor que tenía una connotación de hombres mucho más conservadora. Por consiguiente la palabra Congreso es una cuestión que se esgrime como una arma de combate, pero que no tiene el sentido que se le da. Congreso es congregarse, Congreso es reunión, Congreso es junta. Las juntas tampoco son resolutivas; una junta de almonedas, sin embargo si resuelve; una junta notable a veces resuelve cosas que no debe resolver; y la Junta de Gobierno, con seguridad que resuelve todo lo que no debe resolver y lo resuelve mal.

Pero el fondo de esta cuestión, señor Presidente, y paso por alto los detalles de organización y de alcance, aunque de eso hablaremos en su oportunidad si es que la hay, es que ésta es una iniciativa aprista; y en el Perú hay una confabulación desde hace cincuenta años, contra lo que era novedad entonces.

La gente amiga de la tradición muerta no de la tradición viva, de lo que no cambia, creyó que el Apra era lo demasiado cambiante y se opuso al Apra en donde estuviese aun cuando ellos hayan cambiado, creen que el Apra siempre es un enemigo porque es una enseña de futuro. Por eso ocurre que hay veto a la República de Trabajadores Manuales e Intelectuales, hay veto también al Congreso Económico Nacional y habrá veto a todo lo que tenga nombre aprista; porque hay que hacer olvidar el nombre, sin pensar que cuando se olvida el nombre no es que se olvide el ser. ¡Cuantos nombres hay olvidados y los seres están allí pujantes, con su huella en la historia! No se borra al ser con el nombre; el ser hace al nombre, cualquiera que sea su circunstancia. Eso no hay que olvidarlo en la historia presente del Perú. Hay un movimiento antiaprista, calificado, de muchos lados, con gente que nosotros nos tratamos y tratamos todos los días, y con quienes hacemos sesiones y concesiones; pero sabemos perfectamente que en el fondo si se trata de una decisión antiaprista, estarán con el antiapra y nunca con el Apra. Esto es lo que estamos viendo acá con ocasión de este problema. En un problema de antiaprismo recalcitrante, metido en la medula, de negación del progreso; porque en 1931 tuvieron miedo del cambio, porque en 1931 fueron los aliados de la oligarquía y del militarismo oligárquico de entonces, porque después fueron aliados de cualquier extremismo, porque temen que exista equilibrio, porque temen que exista justicia social mirando a todos lados y no solo a un lado, porque temen que se mire con los dos ojos y no que sea tuerto del derecho o del izquierdo... (aplausos). Y ya lo sabemos, señor Presidente; la cortesía no quita la clarividencia, lo sabemos; el saludo no quita que sepa uno qué es lo que puede haber tras de la mano. Pero estamos aquí precisamente resueltos a dar nuestra batalla, y la vamos a dar; y si se nos quiere dar un Congreso Económico falsificado, preferimos quedarnos con la denuncia en el aire diciendo que una medida saludable para el país fue rechazada porque tenia partida de bautismo aprista; y vamos a hacer el triunfo del Apra, para que entonces masquen lo que hoy no quieren tragar de ninguna manera. (Aplausos).

Por otro lado, señor Presidente, ¿qué cosa es el Congreso Económico? Se habla con insistencia de que se trata de un cuerpo eminentemente bueno, consejil, no sé, dictaminador; bien, que así sea.

Todos hemos vivido en diferentes pares del mundo, y yo retraigo al recuerdo de los señores que han estado en muchas partes, o que han leído sin estar, o que han estado sin leer (cosa que puede ocurrir también), traigo el recuerdo de una institución que funciona en muchas partes, y que entre nosotros todavía que yo sepa, al menos no tiene par, y que podría estar en el Congreso Económico. En algunos países, todos los años hay una institución en que se juntan el empresario, el trabajador y el Estado a menudo, para regular el costo de la vida con el alza del salario. En Chile, donde viví un tiempo, el 30 de abril automáticamente una Junta Especial regulaba el coste de vida hasta el 31 de diciembre, con el aumento del salario; y entonces el 30 de abril cobrábamos un cheque los profesores de la Universidad, con las diferencias atrasadas del trimestre anterior; luego seguíamos cobrando igual.

No había para esto discusión; era cuestión de una institución automática. En los Estados Unidos es exactamente igual; todos los años se hace una valoración de cómo ha subido y ha cambiado el coste de su vida, y el salario se aplica de acuerdo con esto. El salario por consiguiente es movible; no es mínimo sino movible.

¿Por qué el Congreso Económico si reúne a la empresa, al capital, al trabajo, al Estado, a las fuerzas de todo género que se enumeren, por qué no va a ser un regulador automático de eso? Esa ya es una función ejecutiva, no solamente deliberante. Pero es una función que reclama todo el país, que reclaman todos los hombres que trabajan e inclusive los que no trabajan, y quizás estos más que los otros. Y así hay una serie de otras medidas que pueden ser tomadas en cuenta. El Congreso Económico tiene por finalidad no solamente asesorar, sino que podría tener en los casos de cuestiones económicas que pongan en peligro las relaciones de los diferentes elementos de la sociedad, podría tener la función de un veto suspensivo cuando alguna medida puede provocar un conflicto y debe revocarse; y el que la revoca es el Congreso, desde luego el Congreso de la República. Pero la advertencia económica, técnica, el informe automático que se puede dar para ese sentido recomendando que no se aplique la ley, ¿de quien puede venir sino de una constitución en que estén representados todos los elementos que componen la riqueza, todos los elementos que componen la producción e inclusive los que incitan al consumo?

Por todas esas razones, señor Presidente, es que el Congreso Económico es una institución peligrosamente virgen.

En este tiempo sé que la virginidad está muy en boga; pero en este caso es sencillamente lamentable. Un matrimonio con el Estado y con la opinión actuante del pueblo, habría sido una buena ocasión para tener una progenie abundante, justa, equilibrada y sana, que es lo que puede resultar de esta Institución.

Repito y estoy seguro de que interpreto el sentir de muchos millares de peruanos que cuando votaron por el Apra, votaron entre otras cosas por el Congreso Económico, aunque no lo supieran cómo era, como esas instituciones un tanto míticas, fabulosas, que forman parte de las creencias populares. Sé que este proyecto tal como está, evidentemente no responde a nuestra expectativa y que ha venido acá para ser revisado, para ser contrastado con los proyectos sustitutorios que presenten las diferentes bancadas, y para regresar de la Comisión Principal vestido quizás de nuevo, pero con la misma alma. No interesa que cambien de marca los zapatos y el sombrero; pero el personaje será el mismo – el Congreso Económico Nacional –, una medida para equilibrar la producción del país, una medida para conciliar en momentos difíciles los intereses de las diferentes clases en pugna, una medida que reclama el país, que reclama a gritos, sin poner peros en los nombres, teniendo mucho más en cuenta el alma, que es lo que al fin y al cabo es inmortal, que el nombre perece pero el alma queda por lo menos para los creyentes y va a reposar para siempre en el regazo del Señor.

 

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